Las facilidades para tomar las riendas de históricos negocios ayudan a que el medio rural conserve sus señas de identidad y evita que las calles se llenen de persianas bajadas. Un comercio que apaga su luz puede que ya nunca más la vuelva a encender y eso se quiere impedir desde la Sociedad para el Desarrollo de la Provincia de Burgos (Sodebur) a través de ayudas e incentivos económicos. En Arlanza saben muy bien cómo funciona esto y por ello las últimas subvenciones se han concentrado en la comarca.
Una ferretería y un hotel rural en Lerma, una tienda de alimentación en Tordómar y un establecimiento con variedad de productos para los visitantes en Santo Domingo de Silos se han repartido en esta ocasión la mayor cantidad de dinero de la convocatoria. A ellos se añade un establecimiento de hostelería en Salas de los Infantes. Para esta convocatoria se han destinado 59.547 euros, pero habrá una segunda para la que hay reservados otros 140.452 euros y que se resolverá en breve. La cuantía es de hasta el 70% para empresas o autónomos de poblaciones de menos de 300 habitantes y del 60% para empresas o autónomos de poblaciones con más vecinos.
“Cuando se resuelva la segunda convocatoria, que será algo que sucederá pronto, vamos a valorar el resultado que hemos tenido y veremos de qué forma podemos potenciar que aquellos que viven en ciudades grandes puedan irse a un pueblo a hacer de ese negocio su medio de vida”, asegura Carlos Gallo, presidente de Sodebur. Una de las grandes preocupaciones de este nuevo mandato de la Diputación pasa por luchar contra la despoblación, como se ha asegurado en diversas ocasiones, por lo que en ese sentido tiene mucho que ver la conservación de los comercios rurales. “El deseo principal es que no se cierren más negocios”, insiste Gallo, que deja claro que esa vida social que crean los bares o las tiendas en los pequeños municipios resultan vitales. Más allá de un servicio, considera que también se trata de una cuestión social.
En cuanto a que en esta resolución todas las ayudas se hayan concentrado en Arlanza, Gallo expone que se han encontrado con diferencias muy significativas dependiendo de zonas. “La fortaleza del sector del vino y el eje turístico que se ha creado hacen que muchos vean más viable montar un negocio, hay pueblos donde cada vez nacen más niños y que requieren más servicios, que es algo que nos gustaría tener en toda la provincia”, afirma el presidente de Sodebur, que habla de explotar los recursos turísticos de cada comarca.
La joven de origen búlgaro Olimpia Krassimirova Naydenova lleva desde los cinco años en Tordómar y ahora ha cogido la tienda de ultramarinos de la localidad.
“Me había dedicado a la hostelería durante diez años y necesitaba cambiar, ahora tengo mi horario”
Con cinco años llegó Olimpia Krassimirova a Tordómar y ahora, a sus 30, ha apostado por dar el paso y arrancar su propio negocio. Se había dedicado anteriormente a la hostelería, pero quería probar en un nuevo sector y trabajar en su pueblo. Así, decidió quedarse con la tienda de alimentación y de momento se muestra encantada con la buena acogida de los vecinos.
Ahora con el frío se nota ya menos gente, aunque asume que las señoras del pueblo siguen haciendo allí la compra y eso le hace tener una clientela fija. Uno de los aspectos más importantes es que no se pierdan servicios y por ello también le agradecen que haya emprendido para que las puertas de este clásico negocio se mantengan abiertas a diario.
También ha aprovechado para hacer alguna reforma en el interior del inmueble y por ello ha modificado la distribución “para que pareciera un poco más grande”. Ha modernizado un poco el establecimiento y ha incorporado alguna nueva balda, además de lo que dejó la anterior propietaria. Así, la gente que acuda a la tienda se puede encontrar con productos de limpieza, tintes, cremas, embutidos, bebidas, congelados, fruta… “He metido muchas cosas nuevas y quiero seguir metiendo, pero se me queda pequeño el espacio”, dice Olimpia, que expresa su gran ilusión ante la buena acogida y sus ganas de seguir creciendo en esta localidad del Arlanza.
Daniel Martínez Amutio todavía sigue estudiando y en esta época abre la tienda El Sabinar los fines de semana, cuando hay más visitantes en Santo Domingo de Silos.
“Estudié peluquería y no me gustó, por lo que me acabé dedicando a la hostelería y diez años después dije ‘se acabó’, sabes cuando entras pero no cuando sales…”, asegura la joven de origen búlgaro. Se enteró de que la señora que tenía la tienda la iba a dejar y su pareja le animó a dar el paso y aprovechar la oportunidad. “Quería relajarme, llevaba mucho tiempo sin parar y al final no disfrutas de nada, ahora tengo mi horario y ya está”, comenta, mientras reconoce que su nuevo negocio está funcionando muy bien y en los meses de verano ha tenido mucha clientela.
“Silos es un pueblo turístico y de eso se vive aquí, así que en la tienda tengo vinos, chocolates, mieles…”
El turismo juega un papel fundamental en Santo Domingo de Silos y miles de visitantes pasan cada año por el pueblo para descubrir sus múltiples encantos. La inmensa mayoría de los negocios están enfocados a esas personas que acuden de excursión y que buscan llevarse un recuerdo bajo el brazo, por lo que Daniel Martínez también ha querido unirse a esa variada oferta con una nueva tienda en la que se pueden encontrar productos de alimentación de la tierra.
Imposible no hablar de las raíces familiares en este caso, ya que la casa pertenecía a sus abuelos y en la parte baja se encontraba el local de la tienda. “Lo gestionó David Sebastián -empresario- y lo acabó dejando, por lo que tras hablarlo con mis padres decidí cogerlo yo”, expone el joven, que tenía claro que quería dar una nueva vida a este establecimiento y que sus puertas no se cerraran de forma definitiva. “Es una forma de luchar contra la España Vaciada y dar una oportunidad a los pueblos pequeños”, defiende.
Anteriormente la tienda estaba más destinada al tema de los vinos, helados y pastas, pero con la llegada de Daniel al negocio se han incorporado otros productos. “Ahora tengo más variedad y he incluido chocolates, mermeladas, mieles, vinos, cervezas, setas, paté…”, comenta. Y es que tiene claro que los visitantes que pasan por allí demandan este tipo de alimentos.
Durante el verano ha funcionado “bastante bien” este negocio, aunque ahora “en invierno siempre baja porque la gente se mueve menos”. De cara a esta época abre los fines de semana y también los días festivos, ya que el joven continúa estudiando.
Alba Obregón Nebreda ha incorporado productos nuevos a la Ferretería Obregón, en Lerma, y tiene muchas ideas de futuro, como ofrecer ropa y maquinaria a las empresas.
“Siempre me ha gustado ayudar a la gente y dar servicios; no podía dejar que cerrara esta ferretería”
Siempre le ha gustado el mundo del comercio y le daba pena que cerrase la histórica Ferretería Ruiz Asenjo, por lo que al final acabó montando su propia tienda. “Me lo puso bien la familia y con lo que tenía ahorrado pues me lo quedé”, comenta Alba Obregón, que a sus 33 años sueña con que esta localidad crezca y que más gente joven apueste por quedarse.
“Dar servicios y ayudar a la gente siempre me ha gustado, así que dije ‘pues adelante'”, expresa Alba, que quería tener en Lerma su negocio y agradece la ayuda de Sodebur para empezar, puesto que reconoce que existen múltiples dificultades a la hora de arrancar en un negocio de este nivel. “Es importante tomar la iniciativa para que esto no se muera”, insiste, mientras reconoce que el verano ha resultado fantástico debido a que han acudido los vecinos de todos los pueblos próximos. “Si esa cantidad de personas viviesen en el pueblo todo el año esto sería otra cosa, no me lo había imaginado nunca así”, manifiesta.
En verano ha tenido mucho ajetreo y se ha ido ganando poco a poco a la clientela. Eso sí, tiene muchas ideas para que su negocio siga creciendo. “Vengo del mantenimiento de la industria y me gustaría que la tienda evolucionara para ofrecer más cosas, como dar un suministro industrial a las empresas para que no dependamos solo de Burgos o Aranda, aquí se puede hacer algo más y cualquier cosa se puede conseguir”, desarrolla sobre sus planes de futuro. Así, planea ofrecer ropa, EPIs, maquinaria… “Yo veo que se puede, todo es querer”, dice, mientras asegura que Lerma se trata de un punto clave en la provincia y por ello tiene que funcionar.
Alba, que reside en Santa Cecilia, a solo cinco kilómetros de Lerma, considera que la gente se está sorprendiendo de la cantidad de utensilios que ha incorporado. No faltan cazuelas, menaje, pinturas… “Ya he metido algo más de lo que había”, asegura. A pesar del gran tamaño del establecimiento, parece que se le quedará pequeño.
Fuente: Diario de Burgos https://www.diariodeburgos.es/noticia/zd96c8dcd-bf35-cd11-b976467b521daf02/202311/viejos-negocios-y-nuevas-caras-para-el-futuro-de-arlanza